Por Larry Cooper, con Rita Abi-Ghanem, PhD
Los buenos agricultores cultivan las cosechas, los grandes agricultores cultivan la tierra. Para tener un suelo excelente es importante crear un microbioma activo y diverso que estructure el suelo y mueva y procese los nutrientes de la forma más beneficiosa para las plantas. Cuantos más microbios haya en un suelo, más fértil será éste. En esta serie hablaremos de las muchas funciones importantes que desempeñan los microorganismos del suelo para producir un suelo fértil y cultivos sanos.
Sal al campo y coge un puñado de tierra. Se te podría disculpar por pensar que sólo tienes un puñado de piedras muy pequeñas. Pero míralo de cerca: si cavaras hondo en busca de ese puñado, podrías ver unos cuantos insectos pequeños y tal vez una o dos lombrices. Si el suelo es rico, también te darás cuenta de que algunas de esas «piedrecitas» son en realidad trozos de materia orgánica en descomposición (de plantas o animales muertos). Ahora saquemos un microscopio, subamos el zoom y echemos un vistazo aún más de cerca. Lo que verás podría asombrarte: el suelo sano está repleto de masas de diminutas criaturas activas (microorganismos o microbios) que realizan el trabajo esencial de hacer del suelo un medio de crecimiento adecuado para las plantas.
¿Cuántos y de qué tipo?
Cuando decimos «rebosante» no exageramos. Una cucharadita de tierra puede contener más de 50.000 millones de microbios (en comparación, hay unos 7.300 millones de seres humanos en todo el planeta). Van desde organismos unicelulares hasta estructuras complejas con partes del cuerpo especializadas. Hay miles de especies de bacterias, cientos de especies de hongos y protozoos, docenas de especies de nematodos, además de un surtido de levaduras, algas y otros: cada uno tiene un trabajo que hacer, un papel interconectado que desempeñar.
Las superficies de las plantas, las raíces y las rizosferas (la región del suelo alrededor de las raíces) también están repletas de microorganismos. Algunas de ellas son perjudiciales, interfieren en el crecimiento de las plantas y reducen el rendimiento de los cultivos. Pero la inmensa mayoría de los microorganismos son beneficiosos, esenciales para crear los componentes del suelo necesarios para el crecimiento satisfactorio de las plantas.
¿Qué hacen?
La mayoría de nosotros apreciamos que las lombrices de tierra benefician al suelo y a las plantas con los túneles que excavan, la materia orgánica que consumen y los residuos que dejan. Los microorganismos desempeñan funciones aún mayores y más variadas, entre ellas:
- Descomponiendo la materia vegetal y animal en humus y liberando minerales en formas solubles más fáciles de absorber por las plantas.
- Aportando nutrientes al suelo desde la atmósfera (fijación del nitrógeno) y desde las reservas minerales encerradas que ya están en el suelo.
- Proteger las raíces de las plantas de patógenos y parásitos.
- Mantiene unidos los agregados del suelo al tiempo que aumenta la porosidad, creando canales por los que pueden crecer las raíces y fluir el agua, aumentando la infiltración y reduciendo la escorrentía.
- Mejorar el transporte de nutrientes, la tolerancia a la sequía y la resistencia a las enfermedades y otros factores de estrés.
- Crear condiciones que mejoren la germinación de las semillas, la supervivencia de los trasplantes y el crecimiento de las raíces.
- Degradar los contaminantes del suelo.
Mantener sana la biota del suelo
Debido a la notoriedad creada por esos relativamente pocos microorganismos nocivos, con demasiada frecuencia se tiende a pasar por alto la existencia de microorganismos beneficiosos o, peor aún, a fumigar todo el lote en un esfuerzo por deshacerse de los malos. Sin embargo, como ya hemos dicho, el suelo necesita una sana diversidad de microorganismos para producir las condiciones necesarias para unas plantas fuertes y un alto rendimiento.
Los métodos para proteger a los microorganismos beneficiosos pueden incluir la aplicación de enfoques equilibrados para el control de plagas, mantener el suelo bien drenado y tan libre de sal como sea posible, realizar prácticas que desarrollen la materia orgánica del suelo (labranza reducida y adiciones regulares de materia orgánica), rotar los cultivos de forma que aporten materia orgánica diversa al suelo y proporcionar cubiertas vegetales que reduzcan la exposición del suelo a la luz solar.
También añadiremos -ya que estamos en ese negocio- que es importante proporcionar suplementos nutritivos que contengan carbono para mantener a los microorganismos bien alimentados y activos. Es especialmente importante hacer esto después de aplicar niveles elevados de plaguicidas o plaguicidas diseñados para acabar con especies microbianas concretas: esos tratamientos a menudo reducirán o perjudicarán a las poblaciones de microorganismos beneficiosos, además de a las perjudiciales. Es importante crear un entorno que fomente los microbios beneficiosos para que puedan volver a realizar su trabajo esencial.
En ese puñado de tierra existe todo un mundo, y los diminutos seres que hay en él tienen la clave del éxito de la producción agrícola. Al administrar nuestros campos para producir cultivos sostenibles, debemos asegurarnos de tener en cuenta el efecto que nuestras prácticas tienen sobre esos microorganismos esenciales, el motor vivo del suelo.
Para más información sobre los microorganismos y la biología del suelo, lee el
Manual de Biología del Suelo
elaborado por el Servicio de Conservación de Recursos Naturales del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
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