Por Heather Jennings, PE
Cuando trabajaba con empresas de ingeniería, se elaboraban muchos planes maestros del agua. Muchos de ellos eran actualizaciones, ya que los planes llevaban entre 5 y 10 años en vigor y necesitaban una revisión. Algunos planes maestros evaluaron los sistemas de agua y aguas residuales desde cero. Todas ellas me resultaron interesantes por la gran cantidad de información que había que reunir y plasmar en un documento. En otras palabras, «un documento para gobernarlos a todos», si no te importa una cita modificada de la ficción fantástica.
Desde el principio, este esfuerzo implica trabajar con documentación «as-built» (documentación de los resultados finales de la construcción, comparados con los planes de construcción originales) de las líneas y los activos del sistema, posiblemente incluso realizando una auditoría de los activos del sistema de agua. Las auditorías de sistemas exigen que alguien salga al campo a comparar la documentación «as-builts» con los activos existentes, leyendo números de bomba desteñidos y averiguando qué demonios pasó con el antiguo sistema de «valvulería». A veces es necesario enviar un equipo para grabar en vídeo las condiciones de las principales líneas de distribución. En pocas palabras, se necesita mucho tiempo y mucha investigación con los operadores para comprender los activos del sistema existentes y su estado.
A veces estos datos se extraen en un formato SIG que permite al propietario del sistema y a los ingenieros evaluar sistemas enteros a la vez. A partir de ahí, se puede desarrollar un modelo para las partes más grandes del sistema. Todos estos datos permiten un mejor análisis del sistema.
El análisis de activos ayuda a identificar las necesidades urgentes de infraestructuras hídricas. Las ventajas de este análisis incluyen identificar qué tramos de tuberías deben rehabilitarse inmediatamente y cuáles pueden esperar unos años. Permite predecir el envejecimiento de los activos y prever los costes futuros para hacer frente al envejecimiento de las infraestructuras. Consolida y prioriza las oportunidades y da tiempo a capitalizar alternativas inteligentes que apoyen iniciativas futuras. Esta información detallada puede ahorrar a los propietarios miles, si no millones, de dólares en costes que pueden derivarse de diseños mal elaborados.
También puede completarse el análisis de futuros impactos medioambientales. No hay nada peor que descubrir que tus mejoras de capital atraviesan tierras reservadas a especies en peligro de extinción después de haber cavado las zanjas. Como dijo Benjamin Franklin: «Una onza de prevención vale más que una libra de cura».
Por último, elaborar un plan director también puede ayudar a desarrollar planes de mejora del capital y estrategias de adquisición de obras de capital. Estos planes pueden incluir presupuestos y programas de financiación para inversiones de capital que se centren en los costes de capital, funcionamiento y mantenimiento. El plan debe incluir también cómo generar una fuente de ingresos asequible mediante tasas de usuario, etc.
En resumen, desde el principio se trabaja mucho en la elaboración de planes maestros del agua, pero al final se obtiene información tanto de alto nivel como detallada sobre los sistemas hídricos. Identifica las infraestructuras obsoletas y formula recomendaciones temporales para la reparación de activos o las mejoras de capital necesarias. Permite a los propietarios desarrollar planes financieros y de contratación, así como identificar los impactos medioambientales que conllevan sus propios costes. Eso sí que es un documento en el que merece la pena gastar dinero.
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